giovedì 17 marzo 2022

Hipólito Lázaro - CONTRO L' "APRIRE I SUONI", grave errore nell'arte del canto lirico

Hipólito Lázaro - CONTRO L' "APRIRE I SUONI", grave errore nell'arte del canto lirico:

Paseaba luego por las afueras de la ciudad [Milano] hasta las nueve, en que regresaba a casa a descansar, aunque empleaba parte de la noche en memorizar, "Lucia". (...)
Cuando tuve memorizada "Lucia" fuí a ver al agente señor Lusaldi para noficarle que esta dispuesto a aprender "Bohème". Me mandó al Maestro que trabajaba para él, preparándole artistas; me advirtió que era un gran repasador y profesor de canto. Me dijo también que todos los gastos corrían de su cuenta y que dicho señor ya estaba en antecedentes y me estaba esperando para estudiar bajo su dirección.
Al siguiente día me presenté en el domicilio del Maestro que estaba situado en Vía Monte Napoleone; comencé acto seguido la ópera mencionada. Encontré algunos recitados difíciles de pronunciar.
Me hacía vocalizar y me decía que, a medida que fuese subiendo la voz tenía que ir abriendo la nota "como si fuera un paraguas". Yo me resignaba sin creer en lo que me decía, porque comprendía estaba en un error, pero como no pagaba y no tenía con qué satisfacerle sus emolumentos, pues era además muy caro por ser protegido de Lusardi, me aguanté con la esperanza de que en pocos días no me haría daño el vocalizar como quería ese hombre, que más bien parecía un demente que un ser normal, de los gritos que daba para enseñar. Tanto imité el asunto del "paraguas", que antes de transcurrido un mes, no podía dar el DO, del "Racconto" del primer acto (yo que cuando entré en aquella escuela llegaba con toda facilidad a un FA sobre-agudo) intenté hacerlo dos o tres veces con la voz abierta, y me fue imposible. Quedé un momento anonadado en pie delante del piano, reflexionando, y mi buen sentido me dictó lo que debía hacer porque aquello era la sentencia de muerte en mi carrera: había perdido los agudos, lo más impresionante de mi voz. Rápidamente puse en práctica lo que me aconsejó mi intuición: Fui al piano, cerré la partitura, me la puse debajo del brazo y cogiendo mi sombrero me dispuse a tomar las de "Villadiego"; entonces el Maestro me asió de un brazo y muy sorprendido, o haciéndolo ver, me preguntó: ¿Dónde vas loco?
También los interesados en desacreditarme y echarme por tierra, decían estaba de remate. ¿Por qué dirían que estaba de "ferza"? Nadie me conocía y últimamente en Barcelona no me había peleado con nadie. Lo más probable es que ya estuviese todo preparado, mientras se notificaba por toda España que yo me iba a Italia. No hay que olvidar que el señor Gasparini había escrito al agente Deliliers, y lo mismo podía haber hecho a otros personas interesadas en que no hubiese un gran tenor extranjero, pues el señor que escribió desde Barcelona, sabía muy bien lo que decía, ya que había sido un gran tenor en su época y continuaba en el ambiente porque su esposa era una gran medio-soprano; así que este señor era un hombre de crédito dentro del teatro. La prueba más elocuente de cuanto digo, es que me contrataron todos los agentes sin haberme oído.
Por toda respuesta dí al maestro un empujón, de los míos, con el que fue a parar al piano y desde la puerta le recité la frase del tercer acto de la Bohème "CI RIVEDREM ALLA STAGION DEI FIOR" y salí por la escalera pitando como alma que lleva el diablo sabiendo que huía de un grave peligro. El vino tras de mí unos peldaños, diciéndome: "Vieni su pazzo!" (ven arriba loco...) .... Afortunadamente no le hice caso y no paré de correr hasta que llegué a mi pensión.

 

LUIS BLANCH - su 'La Vanguardia' del 24 marzo 1908

Una vez allí comencé a vocalizar como me había enseñado el maestro [Luis] Blanch. Pocos días después volví a tener la voz cerrada y torné a subir al FA sobre-agudo como si nada me hubiese pasado, con agilidad y con absoluta limpieza. Entonces no me dí cuenta, pero seguramente alguien le había mandado me abriera la voz para que no pudiera montarla y así podría hacer los agudos; ¡quizás, hasta recibió una gran suma para cometer tal crimen!, pues a medida que vaya exponiendo hechos, el lector irá comprendiendo que había mucho o algo de base para conjeturas.

(Hipólito Lázaro - "EL LIBRO DE MI VIDA" - Havana, 1949)

 

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—Te gustaría aprender el canto?
—Sí, Usía; ya he estudiado una temporada con la célebre soprano Carmen Bonaplata.
Entonces, el teniente coronel, señalando a un caballero que estaba presente me dijo:
—Este señor es el maestro de canto don Luis Blanch, de gran teatro del Liceo de Barcelona y cantor de la Capilla de la Catedral; me ha dicho que te daría lecciones gratis, sólo para tener el placer de enseñarte su escuela, pues siendo músico no perderías el tiempo.
Yo acepté contentísimo, y quedamos en que iría todos los días a su casa a la hora de paseo, a recibir su lección. El señor Blanch me dijo: vivo aquí, al lado del cuartel, en la calle Sitjas, núm. 6, segundo; desde mi casa le he oído estas mañanas vocalizar y no quiero que se pierda un tenor que será una gloria para España.
En verdad que todos los entendidos que me oían me decían lo mismo.

(Hipólito Lázaro - "EL LIBRO DE MI VIDA" - Havana, 1949)
 

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